domingo, 30 de noviembre de 2014

Rúbrica del portafolio docente

Es evidente que la reflexión es uno de los objetivos esenciales del portafolio, y por tanto uno de los contenidos más destacables a incluir. De poco serviría mostrar, qué, cómo, cuándo o por qué enseñamos de tal o tal forma si la finalidad de esto no es mejorar nuestra labor docente. Ya lo dije en su momento poner en marcha el uso de esta herramienta es prueba fiel de  la profesionalidad y la inquietud del docente tantas veces puesta en tela de juicio.
Ahora bien,¿ en qué momento, en qué apartados, qué contenidos merecen  especialmente nuestra atención?
Siendo consecuente con todo lo analizado anteriormente, con el mapa conceptual propuesto, y con los comentarios que nos han llevado hasta aquí, en mi opinión la reflexión ha de ser uno de los grandes ejes del portafolio. Así lo expresamos en nuestro organigrama, en el que de forma sencilla expusimos los cuatro ejes clave  de éste: Principios metodológicos, actividad pedágogica, materiales y mis reflexiones.
 En efecto Reflexiones en plural, pues tras ver los resultados obtenidos, habré de reflexionar sobre todo lo que hace posible o imposible el aprendizaje: desde mis principios, hasta los materiales utilizados, las pruebas y trabajos solicitados etc. esta autoevaluación general me llevará indiscutiblemente a posicionarme sobre mi forma de trabajar, mis recursos, mis niveles de exigencia ...
Por todo ello creo que la Reflexión debería ser una de las dimensiones del portafolio compuesta por diferentes subdimensiones que corresponderían a cada uno de los elementos puestos en juego en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

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